Las mareas de la memoria

Cajón de sastre donde escribo cosas que siento y pienso.

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Lugar: Barcelona, Spain

miércoles, octubre 19, 2005

SERVIDUMBRES CIBERNÉTICAS


... y es que la ciencia progresa que es es una barbaridad!
El primer televisor (uno en B/N de 14 pulgadas) llegó a casa poco antes de la muerte de Franco (quizá en el '74), y aunque mi hermano llegó a tener un Spectrum (si mal no recuerdo), yo no entré en contacto con un ordenador hasta principios de los '90. Hace unos 15 años compré mi primer contestador: estaba enamorada y quería librarme de la dependencia del teléfono. El contestador me permitía saber que aquella persona había llamado, y oir su voz, sin tener que renunciar a ir al cine o salir con los amigos, cuando él andaba viajando por el mundo. Lo sentí como liberador, pero he de reconocer que todas las noches, cuando llegaba a casa, lo primero que hacía era escuchar los mensajes.
Compré mi primer ordenador (un armatoste de segunda mano) un poco después, al llegar a Barcelona, cuando empecé a trabajar escribiendo textos para colecciones de quiosco. Me costó 100.000 pesetas de entonces, pero soy muy perfeccionista y lo de repetir continuamente las páginas, aunque fuera en una máquina electrónica, me sacaba de quicio. Cuando quedó claro que me iba a ganar la vida con ello, compré uno nuevo, modesto pero mejor, que ya tenía conexión con internet.
Mientras tanto, la gente que me rodeaba se había ido comprando móviles. Mi primer móvil fue un aparato (grande y de aquellos que llevaban una antena que había que desplegar) ya viejo y obsoleto (como mi primer ordenador) cuando lo recibí, que me dió mi madre cuando se compró uno más moderno, y de eso no hace tanto tiempo. Era casi anacrónico, pero para mí, cumplía su servicio (básicamente acceder a un teléfono en circunstancias difíciles, o localizar al otro cuando la cita es en la calle y ha habido un despiste o un retraso).
Mientras, llegó el momento de cambiar de ordenador (¡envejecen tan rápido!).
El médico me aconsejó que comprara uno que me permitiera trabajar con los codos apoyados sobre la mesa (por la cosa de las tendinitis), y pensé en comprar uno estacionario con pantalla plana, para poder colocarlo al fondo del escritorio. Al final opté por un portátil que me permitía el mismo montaje, ocupaba menos y podía llevar conmigo cuando viajaba (de esto apenas hace dos años).
Por las mismas fechas cambié mi móvil por uno más moderno (que ya se ha quedado antiguo, pero no me importa) con un montón de prestaciones que nunca he utilizado. Ahora, cuando salgo de casa me inquieta olvidarme el móvil (aunque no suelo volver por él si eso ocurre) y cuando viajo, llevo siempre un peso adicional: el ordenador. Y donde quiera que esté busco tiempo para conectarme: reviso el correo de Outlook, luego el de Gmail, después visito las páginas de mis amigos, y ahora también la mía, para ver si hay novedades... y me horroriza pensar que el ordenador pueda tener una avería que me impida accceder a todas esas cosas. Me sentiría muda y ciega.
A pesar de todo, trato de conservar cierta distancia: tuve un corto periodo de semiadicción al chat, pero descubrí que se miente mucho y la gente acaba siendo menos interesante de lo que promete. Prefiero la opción inversa a la habitual; hacerlo con gente que conozco y en ese momento está fuera de mi alcance, pues me niego a permitir que una pantalla sustituya el placer de tocar, o simplemente sentir cerca, a las personas que quiero. Aunque me alegro mucho de que exista un medio que facilite el contacto cuando están lejos (desde Barcelona, a veces los extraño mucho). Por otra parte, desde que tengo ordenador, me escribo mucho más con mis amigos, solo que en vez de usar sobres y sellos, mando las cartas por mail.
Si recibo llamadas en el móvil mientras estoy acompañada, trato de que la conversación sea breve, pues me parece una falta de educación tener a los demás a la espera de que tú cuelgues; y todavía me da cierta vergüenza atender el móvil cuando estoy rodeada de gente, o en un transporte público, situaciones en las que todos se enteran de lo que hablas.
Pero si salgo a cenar y luego quiero quedar con otros para tomar una copa, el móvil me permite concretar la cita, y si recibo una llamada de alguien que me importa, oir su voz me produce un gran placer...

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Es curioso, no te conozco de nada y he entrado por casualidad a tu blog, pero mientras leia algunos escritos tuyos me daba la impresion de que estaba releyendo mi propio diario.
Igual ya no entras a mirar, pues veo que los ultimos son del 2005.
Pues nada..un beso y suerte, me gustó leerte.

9:04 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola Magda! Gracias por tu comentario, de los amigos se da por supuesto que te leen, pero me hace mucha ilusión cuando una desconocida como tú, entra por casualidad y me deja una nota...

Auqnue es cierto que últimamente no tengo mucho tiempo, de vez en cuando cuelgo cosas, me extraña tu afirmación de que los últimos son de 2005... Los cometaros se ordenan a partir del más reciente, que es el que aparece primero, y aunque no es de "antesdeayer" es de febrero de 2007...
Espero que vuelvas a entrar y encuentres este comentario porque no tengo otra forma de comunicar contigo... Un saludo, Ondina

3:37 p. m.  

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